INTRODUCCIÓN
La cuestión del divorcio se ha convertido en un tema
urgente en una sociedad donde la incidencia de los divorcios ha alcanzado proporciones
epidémicas. Debido a la proliferación radical de los divorcios y a los
problemas legales y familiares que provoca, la ley se ha movido en la dirección
de facilitar el proceso permitiendo el divorcio sin ninguna causal. Al
convertirse el divorcio cada vez más fácil de obtener, el problema de su
aceleración se exacerba.
La Biblia no es tan superficial al tratar el divorcio. La
enseñanza de Jesús sobre el tema está planteada en el contexto de un debate del
primer siglo entre las escuelas rabínicas. Los liberales y los conservadores
mantenían un largo desacuerdo sobre las bases legítimas para el divorcio. Jesús
fue confrontado con el siguiente planteo:
Entonces vinieron a él los fariseos, tentándole y
diciéndole: ¿Es lícito al hombre repudiar a su mujer por cualquier causa? Él, respondiendo,
le dijo: ¿No habéis leído que el que los hizo al principio, varón y hembra los
hizo, y dijo: Por esto el hombre dejará padre y madre, y se unirá a su mujer, y los dos
serán una sola carne? Así que no son ya más dos, sino una sola carne; por tanto,
lo que Dios juntó, no lo separe el hombre (Mateo 19:3-6).
Observamos que cuando los fariseos le preguntaron a Jesús
sobre la ley de divorcio liberal, Jesús inmediatamente los remitió a la
Escritura y a la institución originaria de Dios para el matrimonio.
Subrayó que el matrimonio está intencionado para durar toda
la vida. Resaltó la unión entre el hombre y la mujer en una sola carne, unión
que no puede ser disuelta por decretos humanos.
Solo Dios está autorizado para determinar los fundamentos
para disolver el matrimonio. El debate continuó: Le dijeron: ¿Por qué, pues,
mandó Moisés dar carta de divorcio, y repudiarla? Él les dijo: Por la dureza de
vuestro corazón Moisés os permitió repudiar a vuestras mujeres; mas al
principio no fue así. Y yo os digo que cualquiera que repudia su mujer, salvo por
causa de fornicación, y se casa con otra, adultera; y el que se casa con la
repudiada, adultera (Mateo 19:7-9).
Si analizamos en detalle la respuesta de Jesús, vemos que
cuestionó la manera que los fariseos tenían de entender la ley del Antiguo
Testamento. Moisés no había "ordenado" el divorcio sino que lo había permitido para casos especiales. (Moisés,
por supuesto, era el vocero de Dios. Fue Dios quien permitió este desvío de su
intención original por la presencia del pecado que violaba el matrimonio.)
Jesús les recordó que hasta este permiso había sido dado solo por causa del
pecado (la dureza de su corazón) y que por sí no anulaba la intención original del
matrimonio.
Jesús luego dio su pronunciamiento sobre el tema
–prohibiendo el divorcio excepto por causa de inmoralidad sexual. Sus palabras
enigmáticas sobre un segundo matrimonio y el adulterio deben ser entendidas en
relación con los divorcios inválidos e ilegítimos. Si se permite el divorcio en
los casos que Dios no lo permite, entonces la pareja sigue casada a los ojos de
Dios. Por lo tanto, un segundo matrimonio entre dos personas ilegítimamente divorciadas
constituiría una relación de adulterio.
Más adelante, como lo expresamos en el capítulo anterior,
Pablo extendió el permiso del divorcio para el caso del creyente que había sido
abandonado por el no cristiano (l Corintios 7: 1015).
La Confesión de Westminster resume este tema. Expresa lo
siguiente: En el caso del adulterio después del matrimonio, es legítimo que la
parte inocente solicite el divorcio; y que después del divorcio pueda contraer
nuevo matrimonio, como si la parte ofensora se hubiese muerto. Aunque la corrupción
del hombre puede ser tal que proponga otros argumentos indebidos para romper
los lazos que Dios ha unido en el matrimonio; sin embargo, nada excepto el
adulterio, o el abandono voluntario que de ningún modo pueden ser remediados
por la iglesia, o el magistrado civil, es motivo suficiente para disolver los
lazos del matrimonio; por lo cual, deberá cumplirse con un procedimiento
público y ordenado; y las personas involucradas no deberán ser
dejadas libres a su voluntad, y su discreción, para su propio caso.
RESUMEN
1. La Biblia no suscribe el divorcio "sin ninguna
causal".
2. Jesús repudió la posición liberal sostenida por los
fariseos con respecto al divorcio.
3. Moisés permitió, pero no ordenó, el divorcio.
4. Jesús permitió el divorcio narra los casos de
inmoralidad sexual.
5. Jesús enseñó que el matrimonio entre dos personas
ilegítimamente divorciadas constituye adulterio.
6. Pablo agregó la deserción por parte del no creyente como
otra causal para el divorcio.
PASAJES BÍBLICOS PARA LA REFLEXIÓN
Mateo 5:31-32, Mateo 19:3-9, Romanos 7:1-3, 1 Corintios
7:10-16.