EL ERROR DE LA FE COMO LA DE UN NIÑO

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INTRODUCCIÓN

En algunos círculos cristianos el llamado bíblico a tener una fe como la de un niño ha sido elevado a un ideal espiritual que distorsiona radicalmente el significado bíblico de la fe. El Nuevo Testamento describe el adoptar cierta fe como la de un niño corno una virtud. Jesús dijo que "el que no reciba el reino de Dios como un niño, no entrará en él" (Marcos 10:15).
¿Pero de qué se trata esta fe como la de un niño? La palabra como sugiere algún tipo de analogía. La analogía es obvia. Del mismo modo que los hijos confían en sus padres y creen lo que sus padres les dicen, así también nosotros debemos confiar en
Dios. La vida de un niño depende de la confianza que deposite en el cuidado de sus padres. Cuando un bebé que recién comienza a caminar se acerca con curiosidad a las llamas de una estufa, sus padres le dirán: "[No]" No hay tiempo para explicar las leyes de la energía térmica, y además dichas explicaciones sofisticadas no serían entendidas por el niño.
Sin embargo, en la medida que los hijos comienzan a crecer, su capacidad para confiar en el liderazgo de sus padres comienza a desvanecerse. Poco tiempo después comenzarán a preguntar el porqué, y tarde o temprano, estarán en franco desafío.
Dicho desafío no tiene cabida en el reino de Dios. Los hijos de Dios deben permanecer siempre en esa actitud que caracteriza a un niño, maravillados por su Padre celestial y confiados en Él.
Se trata aquí de un ejercicio apropiado de fe implícita. Dios merece nuestra confianza implícita. Sería una tontería y una imprudencia no confiar en Dios implícitamente. Dios en su totalidad es digno de confianza. El cristiano maduro nunca perderá esta fe similar a la de un niño.
Hay una diferencia muy grande sin embargo entre una fe como la de un niño y una fe infantil, aunque muchas personas en ocasiones las confundan entre sí. Una fe infantil se echa para atrás si tiene que aprender sobre Dios en profundidad. Rechaza la carne del evangelio y se aferra a una dieta únicamente de leche. Por dicho motivo, este cristiano infantil recibe una amonestación:
Porque debiendo ser ya maestros, después de tanto tiempo, tenéis necesidad de que se os vuelva a enseñar cuáles son los primeros rudimentos de las palabras de Dios; y habéis llegado a ser tales que tenéis necesidad de leche, y no de alimento sólido. y todo aquel que participa de la leche es inexperto en la palabra de justicia, porque es niño; pero el elemento sólido es para los que han alcanzado madurez, para los que por el uso tienen los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y del mal (Hebreos 5:12-14).

El llamado del Nuevo Testamento es a la madurez. El apóstol Pablo dice: "Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, juzgaba como niño; mas cuando ya fui hombre, dejé lo que era de niño" (1 Corintios 13:11). Pablo vuelve a diferenciar la forma en que hemos de permanecer como bebés y la forma en que hemos sido llamados a comportamos como adultos. Dice: "Hermanos, no seáis niños en el modo de pensar, sino sed niños en la malicia, pero maduros en el modo de pensar" (1 Corintios 14:20).