INTRODUCCIÓN
Todo cristiano debe debatirse con la pregunta: ¿Cómo se
aplica la ley del Antiguo Testamento a mi vida? ¿La ley del Antiguo Testamento
es irrelevante para el cristiano o en algún sentido todavía hay porciones de
ella que me obligan? La necesidad de responder a esta pregunta se vuelve más
apremiante y urgente en la medida que la herejía del antinomianismo se extiende
en nuestra cultura.
La Reforma se fundó sobre la gracia y no sobre la ley.
Sin embargo, los reformadores no repudiaron la ley de Dios. Juan Calvino, por
ejemplo, escribió lo que se conoce como "La triple función de la ley"
para mostrar la importancia de la ley en la vida del cristiano.
EL PRIMER PROPÓSITO de la leyes ser un espejo. Por un lado,
la ley de Dios refleja la perfecta justicia de Dios. La ley nos dice mucho
sobre quién es Dios. Pero, incluso más importante que esto, además la ley
ilumina la pecaminosidad humana. Agustín escribió: "La ley nos ordena que
luego de intentar hacer lo que ha sido ordenado, y sintiendo así nuestra
debilidad bajo la ley, podamos aprender a implorar la ayuda de la gracia.
La ley resalta nuestra debilidad para que busquemos la
fuerza en Cristo. La ley actúa como un profesor severo que nos conduce a
Cristo. Esta es la gracia salvífica que le hace al pecador reconocer que no
puede salvarse así mismo.
EL SEGUNDO PROPÓSITO de la leyes guardarnos del mal. La ley,
por sí misma, no puede cambiar los corazones humanos. Puede, sin embargo,
servir para proteger a los justos de los injustos. Calvino dijo que este
propósito es conveniente "para que aquellos que no aprecian para nada lo
recto y lo justo, a no ser que sean obligados, sean obligados al menos por las
acusaciones de la ley y el temor de las penas.
La ley permite que haya en cierta medida un grado de
justicia sobre esta tierra, hasta que el juicio final sea llevado a cabo.
EL TERCER PROPÓSITO de la leyes revelar lo que le agrada a
Dios. Como hijos renacidos de Dios, la ley ilumina nuestras mentes sobre lo que
le agrada a nuestro Padre, a quien buscamos servir.
El cristiano se deleita en la ley del mismo modo que Dios
se deleita en ella. Jesús dijo: "Si me amáis, guardad mis
mandamientos" (Juan 14:15). Esta es
la función más elevada de la ley, servir como un instrumento para que el pueblo
de Dios lo pueda honrar y glorificar.
Al estudiar la ley de Dios y meditar en ella, estamos
asistiendo a la escuela de la
justicia. Aprendemos qué es lo que le agrada a Dios y qué es lo que le ofende. La
ley moral que Dios revela en la Escritura nos compromete. Hemos sido redimidos
de la maldición de la ley de Dios, pero no de nuestro deber de obedecerla.
Hemos sido justificados, no porque hayamos obedecido la
ley, sino para que podamos ser obedientes a la ley de Dios. Amar a Cristo es guardar sus mandamientos. Amar
a Dios es obedecer su ley.
RESUMEN
1. La iglesia de la actualidad ha sido invadida por el
antinomianismo, que debilita, rechaza y distorsiona la ley de Dios.
2. La ley de Dios es un espejo de la santidad de Dios y de
nuestra injusticia. Sirve para revelarnos nuestra necesidad de un Salvador.
3. La ley de Dios es un freno contra el pecado.
4. La ley de Dios nos revela lo que le agrada a Dios y lo
que le resulta ofensivo.
5. El cristiano debe amar la ley de Dios y obedecer la ley
moral de Dios.
PASAJES BÍBLICOS PARA LA REFLEXIÓN
Salmo 19:7-11, Salmo 119:9-16, Romanos 7:7-25, Romanos
8:3-4, 1 Corintios 7:19, Gálatas 3:24.