INTRODUCCIÓN
La
subcultura cristiana padece de una profunda desconfianza hacia la teología. En
muchos casos esta aversión a la teología obedece a una desconfianza hacia los
teólogos.
Langmead
Casserley, el eminente apologista anglicano, dedicó un capítulo entero de su
libro Apologetics & Evangelism
("Apologética y Evangelismo") al tema, "La traición de los
intelectuales". Casserley observó que la creciente desconfianza por parte
del público cristiano hacia los teólogos ha sido provocada por el escepticismo
radical hacia la Biblia y el cristianismo histórico que los eruditos del
criticismo moderno manifiestan.
Fueron
los teólogos dentro de la iglesia los primeros en declarar que Dios estaba
muerto. Los profesores de seminarios y profesores
de facultades cristianas son las voces que más se escuchan atacando la
confiabilidad de las Escrituras. A comienzos de este siglo el teólogo holandés
Abraham Kuyper señaló que "la crítica bíblica se ha convertido en el
vandalismo bíblico".
Es
indudable que muchos de los seminarios teológicos en los Estados Unidos se han
convertido en ciudadelas del descreimiento.
Los
padres cristianos se sorprenden y se desconciertan cuando sus hijos regresan a
sus hogares de las así llamadas facultades "cristianas" cargados con
las dudas y el escepticismo que han aprendido de sus profesores. La
reacción a esta traición teológica suele ser: "Si esto es a lo que conduce
el estudiar teología, más vale abandonar cualquier intento".
No
hay duda de que la mala teología existe. No hay duda de que el estudio profundo
de la teología expone al estudiante a la crítica escéptica. No hay duda de que
mucho de lo que pasa por ser teología cristiana no es más que el mero intento
del teólogo por justificar su propio descreimiento.
Sin
embargo, debemos recordar que aunque la teología escéptica cunda por doquier en
nuestras instituciones, su presencia no es nueva. Los principales opositores de
Jesús durante su ministerio en esta tierra pertenecían a la clase clerical. Los
teólogos en los días de Jesús odiaban la teología de Jesús. Pero el rechazar a
toda la teología y a la educación teológica para evitar la mala teología es
cometer un suicidio espiritual. Es el ejercicio de otro tipo de traición.
Rechazar la teología es rechazar el conocimiento de Dios. Y esta no es una
opción abierta para el cristiano.
EL ERROR DE LA CREENCIA FÁCIL
La
creencia fácil es una forma moderna de antinomianismo, una antigua herejía.
Afirma que una vez que una persona ha tomado una decisión por Cristo o ha orado
para recibir a Jesús como su Salvador, ya no es necesario que lo acepte como
Señor. No existe ningún tipo de requisitos legales que obliguen a ese
cristiano.
Hay
algunos pocos profesores cristianos, si realmente es que existen, que afirman
que la persona que acepta a Cristo como Salvador no debería aceptarlo también
como Señor. En lugar de hacer esto, animan a dicho "cristiano carnal"
a convertirse en más espiritual y obediente. Pero se echan atrás antes de
declarar que es necesario aceptar a Cristo como Señor para obtener la
salvación. De hecho, insisten en que este requisito no es necesario para
alcanzar la salvación. Permiten la realidad de un cristiano carnal.
Este
tipo de antinomianismo está tan extendido en el mundo evangélico que hasta
puede constituir una mayoría. La controversia de estos días sobre "señorío
de Cristo" en la salvación se centra en esta cuestión.
Recientemente
un pastor me habló sobre un hombre joven de su congregación que estaba usando
drogas y viviendo una relación ilícita con su novia. El pastor intentó
aconsejar a dicho joven con respecto a su estilo de vida. El hombre le contestó
con naturalidad:
"Está
todo bien, pastor. Yo soy un cristiano carnal". Ser un cristiano significa
ser un discípulo de Cristo, en el sentido bíblico de la palabra. Un discípulo
es un "estudiante". Se ha matriculado en la escuela de Cristo. El
discípulo, como el nombre mismo así lo sugiere, ha sido llamado para seguir un
estudio disciplinado de las cosas de Dios.